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13 de agosto, 2025

Shock de inversión y de optimismo

Rosario Navarro Presidenta Sofofa

Hoy tenemos la oportunidad de demostrar que la empresa va mucho más allá de los balances: somos actores sociales, agentes de cambio y parte esencial de las soluciones que el país requiere.

El título de esta columna recoge dos palancas que, desde Sofofa, quisimos posicionar en un reciente seminario económico. Este evento contó con la participación del ministro de Hacienda, Mario Marcel, la Presidenta del Banco Central, representantes del mundo empresarial, y un panel con los tres candidatos más populares en las encuestas: José Antonio Kast, Evelyn Matthei y Jeannette Jara.

En un año marcado por la efervescencia electoral, creemos que existen oportunidades reales para construir convergencias. Y que, en ese proceso, el sector privado tiene un rol insustituible. Desde el ámbito gremial, nuestro compromiso es aportar a la discusión de políticas públicas que influirán en el futuro del país. No con juicios personales, sino con argumentos, evidencia y propuestas concretas. Para acercar posiciones y enriquecer el debate con mirada de largo plazo.

Necesitamos una conversación de altura sobre lo que incide directamente en la inversión, el empleo, la formalidad y la competitividad. Poner sobre la mesa propuestas viables, destacar las buenas ideas y advertir sobre los riesgos de malas decisiones no es solo legítimo, es parte de nuestro deber cívico.

En ese marco, quiero destacar el rol de la empresa y su impacto en la vida económica y social del país: en sus trabajadores, sus proveedores, sus clientes y comunidades. Cuando hablamos de un shock de inversión, hablamos de activar ese círculo virtuoso que desata energía, innovación y crecimiento. Es apostar por el dinamismo que Chile necesita para salir del estancamiento.

Las empresas, en el quehacer de sus operaciones y encausadas en su propósito y misión, generan valor que no se reduce ni limita a las utilidades para sus accionistas, sino que también a las remuneraciones para sus trabajadores, a los servicios contratados a proveedores y contratistas, ingresos al Fisco a través de los impuestos y al desarrollo de los territorios en donde se emplazan por medio de las inversiones en la comunidad, entre otros.

Además, el aporte de una empresa no se limita solo a las fronteras de su propio entorno, si no que, a través del encadenamiento productivo, a muchos más actores de manera indirecta. Así, por cada peso invertido o trabajador contratado, hay un efecto multiplicador del aporte de las empresas al crecimiento y bienestar. Un reciente estudio publicado por una empresa de consumo masivo, muestra que por cada empleo directo, se crean otras 11 oportunidades laborales en su ecosistema. En la dimensión de los aportes al Fisco, un estudio de PWC revela que la contribución tributaria total de las compañías del IPSA el año 2023 representó 3,2% del PIB de Chile. En definitiva, el valor creado y compartido por las empresas a la sociedad más allá del aporte directo a su entorno.

Hoy tenemos la oportunidad de demostrar que la empresa va mucho más allá de los balances: somos actores sociales, agentes de cambio y parte esencial de las soluciones que el país requiere.

En tiempos de incertidumbre, se necesitan liderazgos valientes, comprometidos y propositivos. Chile necesita a sus empresas no como espectadoras, sino como protagonistas activas de un futuro más justo, próspero y compartido. Un futuro que exige coherencia, apertura y responsabilidad. En otras palabras, capacidad real de convocar.

Columna publicada en El Dínamo